jueves, 10 de enero de 2008

HIJA DE LENAU


No eres más que una imagen cuidadosamente real
repetida en las retinas del alma:
yo te amo como a las flores sin nombre
al costado del camino:
como a las cartas que Whitman no levantaba
"porque otras aparecerán puntualmente".
Gewitterklar, luz en la tormenta,
nada espero de ti, ni de mi destino.
Tu belleza es la de aquella muchacha húngara
entrevista algún día,
(¿Osterstein...?)...,
hoy propiedad de otro,
de otro como yo
pero más afortunado,
más feliz,
mejor elegido por un Dios
perfecto,
inexistente,
justo.

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